viernes, 20 de octubre de 2017

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SUPERYÓ, YO, INCONSCIENTE

Ello
El Ello se refiere a la parte más profunda, primitiva, desorganizada e innata de la personalidad. El Ello  se presenta de forma pura  en nuestro inconsciente y está presente desde el nacimiento (el ello no es sinónimo de inconsciente). Representa nuestros impulsos, deseos y necesidades más elementales y primitivas  del ser, de cubrir sus necesidades fisiológicas inmediatamente sin considerar las consecuencias.
Está constituido por impulsos tan básicos como la tendencia natural a satisfacer el hambre, la sed y la sexualidad, las que Freud llamó pulsiones de vida, alimentados por el libido. Mas tardé Freud descubrió y matizó la pulsión de la muerte, responsable de las conductas de tendencia agresiva y destructiva.

Yo
El Yo tiene como fin cumplir de manera realista los deseos y demandas del Ello y a la vez conciliándose con las exigencias del Superyó. Todas las acciones ejecutadas son analizadas por el Yo amenazando con el castigo en caso de incumplimiento. El Yo nos permite reconocer las acciones que realizamos, a elegir el camino a seguir, y razonar los impulsos con tal de no ceder lugar a la liberación libidinosa, y velar por la integridad general de la realidad. Es el primer paso del reconocimiento, para afrontar las alegrías, culpabilidad o castigo.

Superyó
El superyó es la parte que contrarresta al Ello, representa los pensamientos morales y éticos adquiridos y aprendidos por la cultura. Consta de dos subsistemas: la consciencia moral se refiere a la capacidad de la autoevaluación, la crítica y el reproche.
La teoría del inconsciente que formuló Sigmund Freud supuso un hito para la historia de la psicología. Ese submundo extraño y fascinante generador de fantasías, de lapsus e impulsos incontrolados nos permitió por fin ver gran parte de los trastornos mentales no como enfermedades somáticas, no como enfermedades del cerebro, sino como alteraciones puntuales de nuestra mente.
A día de hoy todavía hay muchos escépticos que ven con un punto de sutil ironía gran parte del trabajo del padre del psicoanálisis. Conceptos, como la envidia del pene en la construcción de la sexualidad femenina, se ven como conceptos caducos e irrisorios, y no falta también quien concibe gran parte de su legado como un tipo de pseudociencia poco consistente con los hallazgos de la psicología experimental.
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